El rio Mariño
El río discurre desde las partes altas, cercanas al nevado del Ampay (Rontoccocha), a más de 5,500 metros sobre el nivel del mar, hasta descender a los 2,150 mts en su encuentro con el río Pachachaca. Lleva ese nombre a raíz de la permanencia del portugués apellidado Mariño. En los sembríos de moras, en las riberas del río. Mariño trabajaba el negocio de la seda con Petriconi. No dejaba que personas ni animales, se aproximen a las moras del río, por lo que la gente empezó a decir que era el “río de Mariño”, quedándose con ese nombre.
El estrecho río en los años 50, 60 y 70 era muy visitado, particularmente en el mes de octubre, la temporada de baños del caluroso verano abanquino que invita a las gentes a refrescarse en las playas del Mariño y donde la juventud del Colegio Grau construía sus represas naturales aprovechando los remansos del río. Estas piscinas naturales tenían una vida fugaz, la subida de las aguas rompiendo la tranquilidad de la corriente las borraba, y así año tras año, verano tras verano.
Este río es ancestral y es el más icónico de Abancay, su nombre precolombino se pierde en la noche de la historia, pero a partir de 1537 es conocido como el río de Abancay. Nace de las aguas que se desbordan de la laguna Rontoccocha, ubicada en el cardinal Este del valle de Abancay a unos 12 Km. de distancia de la ciudad de Abancay, a una altura de 4,208 m.s.n.m., situado a 13° 40’ 51” Latitud Sur y a 72° 47’ 07” Longitud Oeste.
Hidrográficamente, la microcuenca Mariño pertenece a la sub cuenca del río Pachachaca, cuenca del Alto Apurímac, de la región hidrográfica Amazónica. La Microcuenca Mariño posee un área aproximada de 224 km2 hasta la confluencia con el río Pachachaca, con un rango de altitudes que varía desde los 1.718 hasta los 5.350 msnm. Presenta una topografía variable con pendientes muy fuertes principalmente en la parte media de la microcuenca; la parte baja es un valle interandino y la parte alta posee una topografía ondulada.
El río discurre desde esta laguna hasta su desembocadura en el río Pachachaca a una altura de 1,722 m.s.n.m., este río recorre los aproximadamente 21.10 kilómetros de su cauce.
Al iniciar su recorrido toma el nombre de río Rontoccocha, aguas abajo en un corto tramo asume el nombre de ex predio rústico Atumpata, finalmente recibe el nombre de río Mariño al unirse con el rio Purucchacca, a una altura de 2,594 m.s.n.m.
A partir de esta unión este torrente se denomina río Mariño y bajo este nombre recibe las aguas del río Marcahuasi y de los riachuelos Ullpuhuaycco, San Luis, Sahanay-Olivo, Carboncallana y de los ríos Ñacchero, Colcaqui-Condebamba, que a su paso forman pequeños valles y quebradas.
Desde su nacimiento en la laguna de Rontoccocha hasta su desembocadura en el río Pachachaca la caída del nivel altitudinal del río Mariño es de aproximadamente 2,486 y por eso comprende tres Zonas de Vida: Bosque seco montano bajo sub-tropical;Bosque húmedo montano sub-tropical; y Páramo muy húmedo sub-alpino, sub-tropical.
El cronista Melitón Casaverde, dice:
“Nuestro río la alegría del pueblo. Desde occidente viene trotando entre montes de belleza. incomparable y lamiendo las faldas de los cerros discurre impetuoso con sus crestas de plata, reflejando en la transparencia de sus remansos en tonalidades verdes y azuladas, el follaje de los árboles y el azul intenso de su cielo. Se retuerce en los cerrados recodos de las arrugas de la tierra, venciendo una quebrada diagonal y apretada, alimentando en su recorrido un mundo vegetal y animal en el que sobresalen los gigantescos y robustos pisonaes que se hacen más frondosos y tupidos conforme se acerca al Pachachaca. Allí anidan parvadas de palomas aliblancas; hasta aquí llegan a reposar en las tardes para en las madrugadas despertar al valle, los bulliciosos rojiverdes loros y, en sus peñascales el apuesto e imponente águila americana. En las alturas de los eucaliptos y de los magueyes el atrevido y vivaz quillinchu, y, las tuyas, y, los jilgueros, los tiutis y checcollos de los trinares dulces, armoniosos e inmejorables; los relumbrantes picaflores y, los zorros y los pumas y mucho más. ¿Cómo no recordar tanta belleza? ..... todo simple y de hermosuras plena, los retamales cuajados de amarillas flores, los zarzales con sus frutos agridulces; los cordones de clavelinas y rosas silvestres que desde las quietas riberas Je alcanzan sus besos a las aguas del río que viajan contentas, con risas de alegría y de viento, diciéndole en cada instante a los cielos la gloria de esa bendita tierra de nuestra serranía”.
El paisaje escénico del río, se torna más hermoso, a medida que se acerca, para cruzar la ciudad de Abancay: Casaverde tiene la siguiente notable impresión:
“En la parte baja de la quebrada, por Illanya, a la altura del desvío de la carretera a Sahuinto y San Gabriel; el Mariño viaja entre un bosque de pisonaes de una tupida frondosidad que impide visualizar el cielo. El paraje trasmite una extraña sensación de silencio y misterio que se interrumpe de tanto en tanto con el susurro del viento o el canto de las aves. De la carretera se desprenden delgados y culebreantes caminitos que se estiran hasta el fondo de la quebrada, son atajos generalmente utilizados por leñadores o por los ocasionales aficionados a la caza menor. El lugar es frecuentado por atrevidos venados que bajan de las alturas en busca del frescor de la zona”.
Diremos para finalizar este tributo al río:
“En las quebradas abanquinas, surcan de blanca espuma tus aguas verdosas claras. Tu ronca voz llega desde las alturas, donde conviertes piedras filosas, en cantos rodados, mojas los eucaliptos y riegas las gramas agrestes, golpeas rocas con fuerza inaudita, dibujando esa naturaleza que nos es propia.
Mariño rio, que en épocas pasadas arrullabas a los gusanos de seda que plácidamente dormitaban en las moreras, entre patis y lambras. Vemos pasar por tu corriente ramas secas, que navegan cual canoas estériles, naranjas, limones duraznos coloridos saltan de tumbo en tumbo guarda abajo. Te habitan peces, una que otra nutria desubicada, ranas que croan sin cesar y renacuajos que recalan en tus riveras huérfanas de arena y plenas de piedra blanca.
Llenas de verdor el valle de las azucenas blancas, abres brechas al árido suelo del octubre caluroso, como quien conquista el campo amarillo de retamas al viento.
Mariño tú que bajas borbotones, como una sierpe de aguas azul verde cristalinas, nacida en los manantes de los pies del Ampay. Criatura acuosa y fuerte, llevas tu torrente al Pachachaca, y de allí sin retorno te vas al Amazonas para dejar tus agitadas y cansadas aguas en el vasto mar atlántico.
Cientos de animales se acercan a ti para aliviar su sed y tu generoso te brindas, como lo haces cuando refrescas el cuerpo de los niños que albergas en las pozas que ellos mismo construyen en sus cálidos meses de verano. Tu furia impide crear playas o remansos, eres violento y arrastras en tus crecidas lo que se pone a tu paso. ¿Es la prisa del mar que te apura o la naturaleza de tu ser indómito? Sierpe de agua repta ad infinitum, eternamente, jamás permitas que tu naturaleza bienhechora o letal se agote. Sigue como una plácida y segura corriente, eres el orgullo y pesar de esta tierra.
Créditos: Luis Echegaray Vivanco
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